lunes, 5 de noviembre de 2012

Extasis.


Éxtasis…

Cuando llegué, allí estaba, su cuerpo era misteriosamente atractivo, hablaba con alguien, entre tanto no perdí  ningún detalle; tomó su teléfono móvil, y lo miraba por quizás diez segundos, pude apreciar la exquisita figura de su rostro, lo imaginé suspendido en mis manos,  viéndole aún más cerca, besando sus blancas mejillas.

Entonces cambió de lugar, había entre nosotros uno o dos metros de distancia, esta vez y  frente a frente nos mirábamos, se aceleró mi corazón, hubo un dulce silencio cuando pasó…

En un instante toda la gente desaparecía y yo seguía ahí, bombardeado por la adrenalina, tuve la apremiante necesidad de decir algo, ¡lo que fuera! , recuerdo le dije: - hola- (con cara de ponqué), luego con mi cabeza en corto circuito, me levante y me fui, obvio también me despedí.

Suelo sorprenderme por cosas así, no era para menos, se trataba de una de las más divinas visiones en el atardecer, que por alguna extraña y desconocida razón, se cruzaba en mi camino para hacerme sufrir, reír, o cantar.

Más vale haber hecho algo, a pensar ¿cómo habría sido si…?                        
                                                                                        J.T.             




jueves, 1 de noviembre de 2012

Caballero de la oscuridad.



Quizás sea una sombra
puede no serlo,
vaga en las noches de acá para allá
sin refugio y olvidado

Nadie lo sabe, pero en su alma
se esconde el dolor
abre sus ojos y quiere gritar
se da cuenta que el monstruo
ávido del vacío, es eterno

Mira día tras día
como su corazón se quiebra,
las ultimas fibras de amor desaparecen,
le eriza la piel aquel último abrazo
solo, aguardas el tiempo de morir.

Caballero de la oscuridad,
de caminar estas cansado
y no hallas tu lugar,
quisieras tener alas
para surcar los cielos,
para encontrar paz.

En tu corazón ese viejo pensamiento:
eres dulce, oh muerte,
asechas pacientemente mi turno,
escuchas el sollozo de mi alma y no vienes
sangro a borbotones y no me ves,
¡hasta cuando!

Vago en el oscuro sendero del dolor
y mi lamento es indecible,
es el mundo de la bestia,
a su apetito nadie escapa
arranca el amor, apaga la esperanza.

En la vasta desolación los mansos gimen,
sus aflicciones, cortan el silencio del cielo,
dulce muerte seca sus lagrimas para siempre
-quiero ser el primero- lo susurras al viento,
esta vez el sopla a tu favor.

Jairo Trujillo.