martes, 11 de octubre de 2016

Reflejos…


A veces observo que hay personas que no saben muy bien de qué modo manifestar sus sentimientos respecto a si mismos o hacia algo en concreto, tal vez sea miedo a mostrar una fragilidad, una carencia o un exceso, luego puede ser que interpongan de por medio un temible escudo, sin embargo sufren por dentro.
Probablemente puede ser que el individuo se enfrente a momentos o situaciones complejas, para las cuales al menos en el corto plazo no cuentan con alguna explicación concluyente.

Dos personas desconocidas abordaron el mismo autobús, se sentaron uno a lado del otro, comenzaba a haber cada vez más gente dentro, la situación les obligaba a estar apretados (como es sabido en ese medio de transporte) entre todos se percibía la radiación de los cuerpos, en el contexto de estos dos pasajeros específicamente, les resultaba indiferente y en  el fondo agradable era pura química, aunque esto claro, nunca lo fueran a decir a un completo extraño, llovía torrencialmente, las calles formaban arroyos, era realmente terrible el frió, se bajaban los pasajeros, de aquellos dos, uno se detuvo a observar por la ventana empañada cómo se perdían a lo lejos corriendo para no mojarse, se llevaron consigo, su calor humano, su aire, también el indirecto y muy confortable contacto físico…

Tuvo angustia de invierno.






Hombre gris…


En resumidas cuentas, había recorrido
por completo cada lugar del planeta,
¿para donde se iría esta vez?
solo había un sitio temerario,
el infinito desierto de su corazón
que se negaba a ver,
de allí prefirió siempre huir,
mas cada noche embriagado de sus tristezas,
una abertura en su pecho se arremolinaba de recuerdos,
lo asaltaban entre risas y demencias,
cuando no aparentaba ser feliz a la gente,
si, resumido en un minúsculo grano de arena,
hundiéndose lentamente en una represa de lagrimas
contenidas únicamente por las duras
pero agrietadas paredes de su orgullo,
por donde de vez en cuando se lograban
filtrar amarguras de espanto.

Jairo Trujillo.



Al habernos ido…


Son las almas las que se enamoran, no los cuerpos…

Fue algo sin previo aviso, pasó un buen tiempo desde aquella última vez, era  Jorge, un joven bien parecido y noble, se dedicaba a sus labores cotidianas como agente de seguros excequiales en una firma funeraria, por alguna extraña razón aun guardaba el bonito recuerdo de ella, más nunca se le había cruzado por la cabeza  el encontrársela de nuevo.
Casualmente él estaba sin compromisos, una noche por el camino de regreso a su casa, Jorge escuchó que lo llamaban de lejos insistentemente, muy sorprendido se dio cuenta que era Brenda, este se quedó quieto esperándola, al rato se fueron a tomar un café, charlaron largo y tendido, le conto que ella supo de su paradero gracias a un primo que recién había tomado el servicio funerario “Nacho”,  que lo había reconocido y por el obtuvo la información necesaria de contacto, en adelante las cosas se fueron encadenando.
Estaba muy contenta por lo que estaba pasando, Brenda sin dudarlo le había dicho sobre su amor, de cómo este habría permanecido intacto y lo mucho que deseaba volver a tenerlo a su lado, tuvieron unas cuantas citas más, entonces Jorge decidió que le parecía bien retomar la relación de novios que tuvieron en el pasado, ya no eran los mismos, ni sus cuerpos, ni sus pensamientos, ambos tenían sobrepeso, sus rostros cansados evidenciaban apenas unos rastros de lozana juventud, Brenda administraba un negocio de comidas rápidas y se dejaba tentar por unos cuantos platillos, se había divorciado y era madre de una niña, ciertamente se sentían muy cómodos estando juntos.

La cita.

Era una noche misteriosamente silente y quieta, Jorge se dirigía a la estación del metro, quería llegar pronto para hablarle a su amada pues habían acordado un encuentro casual en la pequeña cafetería de la quinta estación, bueno una vez en casa se apresuró a arreglarse y como ya tenía todo listo, si , había escrito una carta, comprado flores y un buen perfume por último se aplicaría  como un verdadero galán, en fin, llegó con anticipación al lugar acordado, el mesero se le acercó y le dijo que si deseaba tomar algo,  este accedió, entre tanto se daba cuenta que estaba sobre el tiempo y Brenda no aparecía, el aliento frio de la ciudad entraba por las ventanas, parecía robarle la calma, a la vez una incertidumbre se apoderaba de este, sacó su teléfono celular y marcó insistentemente , pero ella no respondía , tuvo miles de pensamientos en la cabeza, ¿le habría pasado algo?, ¿prefirió no verlo?, luego sintió rabia, entonces regresando a la cafetería pagó el café y se aseguró de dar una buena propina, dejó sobre la mesa las flores y la carta, decepcionado, decidió caminar hasta un bonito parque lleno de fuentes y luces, recién inaugurado de la ciudad, allí se quedó un rato pensativo,
- habría sido una noche increíble pero tenías que haberme dejado con los “crespos hechos”-  
le resultaba realmente frustrante; el cielo nocturno era una explosión de estrellas como pocas, recordó en ese momento las enseñanzas de su abuelo cuando le decía: -solo observa el firmamento y te sentirás bien- , hubo un instante donde estuvo muy conmovido, de entre el bolsillo de su chaqueta sacó una libreta que normalmente usaba como agenda, ah y un esfero con el que le parecía increíblemente placentero escribir,
sobre el papel quiso expresar al máximo como estaba sintiéndose, dio inicio así:


Tu sin mi… yo sin ti.

Aún sigo esperándote, no llegas, tu teléfono repica a reventar, no contestas,
en este parque hay muchos ruidos, solo deseo  escucharte para irnos los dos
aquí, las horas transcurren entre sueños letárgicos y lúcidos,
se me hace extraño, que hubieses llegado tarde me vale,
que no lo hayas hecho nunca, me hiere.
Siguen pasando rostros ajenos, de personas en sus propios mundos,
yo tengo un sentimiento molesto, todo sería distinto si tan solo estuvieras
para contarte historias, hacerte reír y caminar tomados de la mano
yendo hacia ninguna parte.

Estoy aquí, quieto, solo viendo esta gente jugando a la felicidad,
¡maldita sea sí que estoy aburriéndome!
ya me pregunto, ¿te habrá pasado algo?
si tan solo contestaras mi llamado,
quiero escucharte decir que vendrás con tu dulce amor
a  ver juntos el nuevo sol del amanecer,
en la total calma de mi habitación…

No te imaginas las escenas que vi,
sentí cada palabra como las gotas
de lluvia en los tejados de una vieja casa,
percibí los sollozos de un alma solitaria
desdibujando sonrisas en una muy larga noche...

Ojalá que hayas tenido un maravilloso día
lleno de alegría y luz , tu sin mí,
te mando un cálido abrazo
para que rompas con cualquier fría tiniebla,
le pido al viento suave de cada tarde
que susurre un bello poema,
de los que canta la abeja a la flor en primavera,
y a la mágica luna llena para que cuide
tus sueños si no desvelas…


Pasaron muchos meses en los cuales Jorge no supo más de Brenda, cuando de repente entablaron esta conversación vía telefónica:

Brenda:
Hola como has estado, quiero saber de ti y saber si terminaste el libro recuerda que me vas a dar uno dedicado. Besos
Te quiero en mi vida de nuevo  perdón por todo, solo me acobardé
Me encantaría volver hablar contigo.

Jorge:
Hola!!! que sorpresa !!! espero que te encuentres muy bien, sabes he estado muy bien y gracias por preguntar, te cuento que el proyecto de mi libro se encuentra aún en construcción debido a que diariamente me encuentro con nuevas impresiones que me obligan a escribir, en cuanto a los asuntos del "amor y otros demonios" me sigo cuestionando si es que verdaderamente hay algo de eso para mí, o si se trata de un vació que no se llena con nada , algo infinito, que me lleva solo a la zozobra existencial , entonces me doy cuenta de que es mejor no echarle tanta mente al tema mencionado, pues ya he sabido que se convierte siempre en un círculo vicioso , un nadar contra la corriente que consume mis fuerzas y al final termina siempre arrastrando mi cansado cuerpo... me alegra el haber recibido esta llamada, es un buen detalle de tu parte, también me pasaba y me pasará , lo sé , si una vez más te veo... un abrazo...


Brenda:
Te cuento que se me hizo una sonrisota al ver que me respondiste la verdad no pensé que lo fueras hacer. Me da tantíca tristeza leer lo que me escribes pues estoy convencida que en algún rincón esta la persona ideal para ti. Quisiera que pudiéramos retomar nuestras charlas nocturnas, las extraño.


Jorge:
En fin, ese tema ya no me preocupa, pienso que mi felicidad nunca debería estar condicionada por alguien, porque para mí, serlo, es más una decisión personal. Por tal razón decido que seré feliz cada día, aló…

Luego, Brenda colgaba bruscamente el teléfono, ya no se escuchaba nada…

Actualmente y como quedó entendido, allá cada quien con su vida, es mejor saber detenerse antes de ocasionar mucho daño, sin falsas expectativas todo es mejor y saludable.

Escrito por Jairo Trujillo.
Los personajes y el contenido, son creaciones de mi imaginación.





sábado, 1 de octubre de 2016

Opacidades...

01 de octubre de 2016.

En este pequeño barrio en donde vivo hay gente de toda clase, amigables unos, otros no tanto, preferiblemente es  mejor evitar todo tipo de confianzas y estar lo más al margen posible, he visto como esto se presta para sacar provecho los unos de los otros de un modo muy abusivo y descarado, por los tales siento repugnancia.

En ocasiones, al asomarme por la ventana me percato de una anciana señora tomando un respiro por el corredor del lugar donde vive, la he observado, pude percibir una atmósfera pesada de cansancio y soledad, además  tiene problemas de visión, se le nota el gran esfuerzo que hace para no perderle el rastro a su nieta que ha salido a jugar, apoyando su mano izquierda en la cintura parece tratar de aliviar el terrible dolor que le ocasiona su espalda encorvada, y como si toda la escena no pudiera ser más triste, la han sabido dejar sola en la casa para no incluirla en el paseo del domingo, al caer la noche solo le queda volver a su oscura habitación, seguramente allí llora desconsolada.


Ciertamente hoy en día las personas pueden llegar a ser demasiado crueles…