jueves, 29 de septiembre de 2011

Para un destinatario feliz…

Para quien llegase a leer.
Es bien sabido  que el clima de mi ciudad es bastante cambiante, son frecuentes los nubarrones y brisas, a pesar de todo también es cierto que los mejores paisajes a mi gusto personal, son aquellos  cubiertos por brumas y donde el frio predomina, no sé si es por lo melancólicos que resultan, o por la inquietante soledad, pero simplemente me atrae, creo, algunas veces más que cuando brilla el sol.
En las mañanas el movimiento frenético solo da lugar para algo, la monótona cotidianidad urbana y sus toxicas oleadas de monóxido de carbono ahogando cada ser vivo.
Si, fue en un día de esos en que Salí, me preguntaba sobre lo que  estaba pasando, ocurrían uno tras otro frente de mi, conductores imprudentes quienes se olvidaron de ser personas atropellando a los demás y creyéndose siempre los dueños de la calle, seguía caminando vi mucha gente reunida me dirigí hacia allá, yo no alcanzaba a darme cuenta de lo que estaba pasando, todos miraban hacia el suelo y había una especial tensión en el ambiente, finalmente estuve allí, se trataba de un perro, un cachorrito al cual minutos antes habían atropellado, entre tantas palabras de los presentes, junte mi propia información y pude llegar a la conclusión de que el animal había sido lastimado a propósito, si bien no estaba herido de muerte, se le notaba demasiado estresado, tenía heridas en su mano izquierda, sangraba por las encías, y al parecer había tenido accidentes anteriores pues llevaba cicatrices en su cabeza, me conmovió mucho su sufrimiento, es el desprecio por la vida lo que lleva a este tipo de cosas, de la misma manera lo harán con sus semejantes.
Luego de un rato un agente de la policía, llamaba por su teléfono celular, a los del albergue animal, quienes pudieron haber llegado más rápido francamente, una vez hubo llegado la camioneta, uno de los que asisten en este tipo de eventos, trato de echarle mano a la criatura, pero este emprendió la huida torpemente, yo ayude en esta labor, con mucho cuidado lo tome , este trato de morderme pero pude controlarlo haciendo que se calmara, lo entregue a los del albergue esperando sobre todo que lo sanaran; termine con las manos llenas de sangre lo mismo que mi ropa, en fin me sentí bien porque ayudé a un ser tan noble, de igual modo porque amo a los perros.
Busque luego un lugar donde pudiera lavarme, fui a varias partes pero no me lo permitían, finalmente entré a una fonda donde siempre hay baños disponibles y gratis, allí lave mis manos. De nuevo en la calle, unos pasos más  adelante chocaron un carro particular y una motocicleta, el sujeto de la moto, se arrastro de debajo hasta que por fin termino de salir, no tenia lesiones aparentes por lo que vi, llamaba por su celular, pensé que seguro era a la policía, insistió varias veces, un momento después se bajaron varias personas del automóvil, uno de ellos recogía la moto y la revisaba, el otro trataba de llegar a un acuerdo en dinero para compensar cualquier daño en vez de ponerse en líos con las autoridades, pues bien así se quedo todo, ambos tomaron distintos caminos, los agentes de tránsito llegaron después, pero ya no vieron nada. Todo esto ocurría en la que sea tal vez la vía más lenta del mundo, sobre la famosa y concurrida carrera 23 de mi ciudad, Manizales.
Pronto el tumulto de espectadores (incluyéndome) se dispersaba y la normalidad regresó, decidí que era tiempo de volver a casa, pero antes debería pasar a la emisora en Chipre por los pases para cine que había ganado, la llovizna se convertía de a poco en tormenta electica, de repente todo se oscurecía, había un ventarrón característico de agosto, cuando subía por la universidad de bellas artes, se desató el aguacero, pero me importaron mas los tickets, además solo los podría reclamar ese preciso día, seguí caminando, veía como la gente corría a esconderse del agua, eso me gustó tenía todo ese espacio  para mi, era tal la cantidad de agua que pasaba, que las cámaras de las carreteras se destapaba violentamente por la presión, la típica venta de helados parecía el escenario de un pueblo fantasma con tan solo unos cuantos habitantes (los vendedores), ellos se quedaron mirándome pasar, y yo como si nada, recordé cuando iba a la escuela saltando por cuanto charco que viera, eso me hizo reír. Ya me estaba acercando, me preocupaba un poco el hecho de estuviese tronando de tal manera, estaba caminando bajo los árboles que no son precisamente el mejor lugar en una situación como esa, pero continúe, el viento era realmente fuerte se llevaba de todo a su paso, desde que no me llevara a mi…
Por fin llegué, reclame los boletos, no quería que se mojasen, corrí a puesto de obleas, le hable a la persona encargada que no estaba atendiendo, la vi encaramada sobre el asiento del paradero de buses, le hablé pidiéndole que me regalara una bolsa plástica para mis boletos, y me hizo comprender que para nada se iba a bajar de allí, eso me pareció muy gracioso, las guardé en la bolsa y me fui.
Sentí la fuerte necesidad de comer algo, ya había pasado del medio día, comencé a sentir frio en serio, quise más que nada estar en mi casa, dejé la tormenta atrás, si, se quedo en Chipre, porque ya no estaba dentro de ella. Ahh, y fue otra vez cuando uno de esos conductores maliciosos (por no decir que todos) subía contra la corriente creando olas gigantes que me mojaban aun mas, debo reconocerlo, les deseé lo peor. (Jaja…). Fueron muchos contrastes, preocupación, dolor, rabia, pero no por eso me volví un intolerante, toda acción desencadena una reacción del universo, porque no podemos escapar de las consecuencias de lo que sea que hagamos (refiriéndome a acciones malintencionadas, y premeditadas).

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Club social.

Las relaciones interpersonales son lo mas incomprendido y complejo, sujetas constantemente a la subjetividad, a cambios inesperados que ocurren frecuentemente y son alarmantes, pues muchas veces van en contra de lo que esperabamos, nunca llenan las expectativas, cada quien tiene un ideal del otro , el cual generalmente no se cumple.
 Hace su entrada triunfal, la decepcion y la desilucion (sobre todo si habian intereses de por medio) por lo que se conoce coloquialmente, como: "pelar el cobre".
Hay quienes se quedan aletargados mucho tiempo sufriendo por esto, que definitivamente es la peor opcion, crean su propia carcel mental y no se atreven a salir, ciertamente es un estado terrible, son por ataduras las cadenas de la dependencia emocional (por ejemplo) .

Pienso que una vez al descubierto, sabiendo la verdad, se ha de comprender luego lo que se debe hacer...
continuar la existencia, es mejor estar solo que mal acompañado,
al fin de cuentas nadie es indispensable.