viernes, 24 de febrero de 2017

El mundo es un montón de voces…

11:00 pm...

A diario veo más personas en las calles, son una masa abarcando cada espacio,
es sofocante estar entre ellos, unos parecen clavados al suelo, no dejan pasar ni un suspiro,
otros pasan gritando a los cuatro vientos episodios de sus vidas al hablar por teléfono como si fuera a importarle a alguien y para acabar de completar unas personas que venían en contra vía , se movían según me moviera yo , era un bailecillo gracioso, improvisado sin querer , la gota fue cuando me dijeron : - oye , ¿y donde es la fiesta? , no hallé otro modo de frenar aquella escena ridícula, sino quedándome estático con una risita de medio lado, hasta que al fin pasaron de largo.

Mientras avanzo, en alguna zona cero de esta selva, me detengo, dirijo mi vista al infinito azul del cielo tranquilo, pesaroso, escucho sus lamentos, tiene tos crónica y mantiene con careta de oxígeno, me ha dicho que sufre de fiebres delirantes, está enfermo de gas carbónico, metano y emisiones industriales, es por eso que las tardes son rojas – me dijo-,

De repente, en la plaza, junto a un viejo edificio religioso, una parvada de aves se alborotaban cuando la gente les arrojaba puñados de maíz, provenían de todas partes a tal velocidad que silbaban en el aire, sus cuerpos desprendían una estela negra de hollín (además de otros gérmenes), muchas chocaron contra el suelo, los tejados, ventanas, intoxicadas y ciegas…

Sigo mi camino, a lo lejos percibo el fuerte y solemne tañido de campanas, el sonido agudo hace un barrido de explosión atómica que lo envuelve todo en un trance hipnótico, subliminal;
voy dejando atrás la muchedumbre envanecida en ficciones de farándula, son arrastradas por tentáculos hacia los centros comerciales, ellos buscan atención, a cambio dejan su dinero.

Cerca de mi hay una señora muy interesante, es elegante y sofisticada,

su tono de voz me resulta atractivo, es cálido, me transporta a atardeceres naranjas, de esos en los que las nubes asemejan ciudadelas fantasmales flotantes, con sus callejuelas solitarias, cual ese lejano horizonte cautiva mi corazón, quisiera  no dejar de escucharla, contando sus historias de viajes, pero ya se ha ido, mi visión ha vuelto a lo terrenal y mundano, sin embargo, espero volver a encontrarla, mirándome con sus ojos de estrella , que me tocaron con ardiente deseo.

Valió la pena...


viernes, 3 de febrero de 2017

Los guardianes de la mesa redonda…

Había pasado mucho tiempo desde aquella última vez, personalmente sentía que les echaba de menos, eran las seis o seis treinta de la tarde, sonaba mi teléfono, era Juan diciéndome que bajara a su casa , estaba preparando una reunión con amigos, allá estaba Jhoany y una muchacha muy buena gente llamada Lorena, al rato llegaba yo, saludé  a todos los presentes y me alegré de verdad de verles, no veía a Juan me preguntaba dónde andaba, de pronto subía las escaleras con una enorme provisión de cervezas, lo vi feliz,  nos contaba a todos que había buscado cierta marca como de costumbre , pero que igual había encontrado otra importada de Alemania , departimos en una cálida atmosfera de compañerismo, me presentaron a la chica de la cual les hablaba  en un principio, Lorena, se destacaba sobre todo, por su actitud muy positiva y agradable, hubo varios temas : historia mundial, anécdotas personales de cuando se le colma la paciencia a uno, recordamos la experiencia paranormal de juan y la bruja de la “machonta ” (un lugar en Villa María, en ese entonces de matorrales o algo así…) de fondo en el computador portátil se reproducían temas musicales inolvidables que marcaron muchas generaciones, Caifanes,  Ekimosis, héroes del silencio, Kraken, entre otros.

Mientras seguíamos charlando, Jhoany me decía que si lo acompañaba por su prima Angela, fuimos por ella, estaba por el colegio Gerardo Arias, volvíamos, ella nos contaba acerca de un accidente que tuvo en una motocicleta, sufrió varias lesiones, una cortadura en una mano, un raspón en uno de sus pies, además de  un fuerte  dolor de cabeza, decía que todo pasó muy rápido y que menos mal no había ocurrido algo más grave. Pude darme cuenta de su gran carisma.
Nos aproximábamos cada vez más a la casa, instintivamente supimos como un sujeto gamboso de muy mal aspecto (honestamente), nos observaba sin perder detalle alguno, entramos luego en modo alerta acelerando el paso, era obvio que se proponía algo el tipo, pues comenzó a silbarle a sus compinches, comunicándoles el temible mensaje del asalto, lo bueno fue que desaparecíamos de su vista dos pasos adelante, y pensar que Jhoany antes de salir dijo: - esto por acá es muy sano, nunca pasa nada-
ciertamente eso sucede en cualquier parte jej

Quedaron muy buenos recuerdos para la posteridad.