Allá donde quedaron las lágrimas,
las risas que hoy no son más que olvido, las viejas paredes desgastadas dejan escapar
las historias de amor, odios, y pasiones efervescentes, ya están muy lejos sus
palabras y las manos que la cuidaron.
Solo la acompaña la sombra
generosa del árbol y el columpio donde jugaron los niños, parece escucharse a
toby ladrando a los pájaros en sus nidos y regresar de nuevo a su tumba
florida, escapándose al estallido de un relámpago.
Ya no vendrán a abrigarse
al cerrar tus puertas, no comerán el pan sobre tu mesa, pues ya se marcharon con
su canto y oración
completamente sola,
saqueada de tu alma, te abandonaron
y, simplemente así nunca lo
quisieron.
Esa es la verdad que entre
cielo y tierra no se puede ocultar
quedará penando para
siempre bajo el manto de estrellas o el sol del crepúsculo, esos lamentos no
cesan en tu suelo desolado, son como la sangre profusa de una vena abierta, no
deja de salir.
Después de todo siempre te dijeron
hogar dulce hogar, mientras les latió el corazón…
Jairo Trujillo.
2013©
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