En resumidas cuentas, había recorrido
por completo cada lugar del
planeta,
¿para donde se iría esta
vez?
solo había un sitio
temerario,
el infinito desierto de su corazón
que se negaba a ver,
de allí prefirió siempre
huir,
mas cada noche embriagado de
sus tristezas,
una abertura en su pecho se
arremolinaba de recuerdos,
lo asaltaban entre risas y
demencias,
cuando no aparentaba ser
feliz a la gente,
si, resumido en un minúsculo
grano de arena,
hundiéndose lentamente en
una represa de lagrimas
contenidas únicamente por
las duras
pero agrietadas paredes de
su orgullo,
por donde de vez en cuando
se lograban
filtrar amarguras de
espanto.
Jairo Trujillo.
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