A veces observo que hay
personas que no saben muy bien de qué modo manifestar sus sentimientos respecto
a si mismos o hacia algo en concreto, tal vez sea miedo a mostrar una
fragilidad, una carencia o un exceso, luego puede ser que interpongan de por
medio un temible escudo, sin embargo sufren por dentro.
Probablemente puede ser que
el individuo se enfrente a momentos o situaciones complejas, para las cuales al
menos en el corto plazo no cuentan con alguna explicación concluyente.
Dos personas desconocidas
abordaron el mismo autobús, se sentaron uno a lado del otro, comenzaba a haber
cada vez más gente dentro, la situación les obligaba a estar apretados (como es
sabido en ese medio de transporte) entre todos se percibía la radiación de los
cuerpos, en el contexto de estos dos pasajeros específicamente, les resultaba
indiferente y en el fondo agradable era
pura química, aunque esto claro, nunca lo fueran a decir a un completo extraño, llovía
torrencialmente, las calles formaban arroyos, era realmente terrible el frió,
se bajaban los pasajeros, de aquellos dos, uno se detuvo a observar por la
ventana empañada cómo se perdían a lo lejos corriendo para no mojarse, se
llevaron consigo, su calor humano, su aire, también el indirecto y muy
confortable contacto físico…
Tuvo angustia de
invierno.
Amigo, este es sin duda, un sentimiento muy reconfortante dado un momento en el que percibes la calidez y el bello aura de otra persona en un contexto donde la soledad, segundos atrás había estado presente. Me agrada mucho cómo describes la escena.
ResponderEliminarHe notado que últimamente no has subido los nuevos escritos, es de comprender, pues es para ello necesario dedicar un buen tiempo para la transcripción y depuración. Espero que pronto estén aquí, en este maravilloso sitio de emociones, sentimientos y pensamientos.
Saludos y un abrazo, mi fiero amigo.
Gracias Juan , yo por acá recordando , abrazo pa ( 🤣 )
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