01 de
octubre de 2016.
En este pequeño barrio en donde vivo hay
gente de toda clase, amigables unos, otros no tanto, preferiblemente es mejor evitar todo tipo de confianzas y estar
lo más al margen posible, he visto como esto se presta para sacar provecho los
unos de los otros de un modo muy abusivo y descarado, por los tales siento repugnancia.
En ocasiones, al asomarme por la
ventana me percato de una anciana señora tomando un respiro por el corredor del
lugar donde vive, la he observado, pude percibir una atmósfera pesada de
cansancio y soledad, además tiene
problemas de visión, se le nota el gran esfuerzo que hace para no perderle el
rastro a su nieta que ha salido a jugar, apoyando su mano izquierda en la
cintura parece tratar de aliviar el terrible dolor que le ocasiona su espalda
encorvada, y como si toda la escena no pudiera ser más triste, la han sabido
dejar sola en la casa para no incluirla en el paseo del domingo, al caer la
noche solo le queda volver a su oscura habitación, seguramente allí llora desconsolada.
Ciertamente hoy en día las personas
pueden llegar a ser demasiado crueles…
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